Cuando llevas un tiempo realizando fotografía de bodas y de parejas te das cuenta de que hay determinadas parejas que tienen una química especial, que se nota en el aire cuando se miran y que, si fuese posible, sus cuerpos echarían chispas y se conectarían entre ellos como los enlaces sinápticos de las neuronas.
Conocí a Noe a través de Antonio, un compañero de fatigas y amigo común de ambos, que me la recomendó como maquilladora para una sesión de fotos de boudoir el pasado mes de Mayo. Y como una hora en coche da para muchas anécdotas y cotilleos y un par de horas de sesión cunden mucho, Noe y yo hablamos y hablamos y nos contamos las penas pasadas, que es algo que siempre une mucho.
Y oyéndola hablar de sus relaciones pasadas, alguien conocido le dijo una de las cosas más sensatas que he escuchado en mucho tiempo y que le hizo abrir los ojos, y que no es otra cosa más que el amor es sencillo, y que no merece la pena gastar el tiempo, que no se recupera, con alguien con quien no congenias.
Y así fue como acabó con Vicen, con quien saltan esas chispas, con quien no hace falta decir las cosas porque se entienden sólo con mirarse o con pocas palabras, porque hay AMOR, con mayúsculas, con letras de neón, con brillo propio. Y eso, hace que mi trabajo sea, siempre, mucho más fácil.