Cuando Cintia me dijo que estaba embarazada me hizo mucha ilusión ya que, en su día, se realizó conmigo una sesión muy especial para su chico y me hizo saber que, por aquel entonces, ya tenía dentro de sí este pequeño bichito que pronto se convertiría en lo que veis aquí. Además, siempre es genial volver a trabajar con antiguos amigos.
Yo, que había sido papá seis meses antes, como que estaba (y sigo estando) más sensible con estos temas.
El caso es que, cuando la pequeña Elora nació, Cintia se acordó de mí otra vez y me llamó para hacerle unas fotos, -porque no hay nada más bonito que tener el recuerdo de tu bebé recién nacido- que capten lo que pasa tan rápido. Y es que crecen a una velocidad de vértigo, en un abrir y cerrar de ojos los tienes gateando y en otro parpadear, ya están corriendo por toda la casa sin dejar de tocarlo todo.
Así que fuí a ver a la nueva miembro de la familia, y, como en la película del Rey León, resultó ser una adorable bebé, que parecía un peluche cuando le pusimos el gorrito (iba a decir que sólo nos faltó el mono para rodar la escena de la película, pero para eso ya estaba yo ;).